Anfetaminas y drogas de diseño
Las drogas de diseño y los estimulantes de tipo anfetamínico son sustancias utilizadas para obtener efectos estimulantes sobre el SNC, la mayoría de las veces con fines de diversión. Entre estas sustancias estarían las antiguas anfetaminas y otras estructuras químicas más modernas, denominadas «drogas de diseño». Estas últimas, además del tradicional efecto estimulante de la anfetamina, inducen un aumento de las sensaciones y una mayor empatía con el mundo que rodea al sujeto y, a veces, alucinaciones visuales o auditivas.
La vía habitual de administración es la oral en forma de pastillas de colores con atractivos logotipos; también pueden esnifarse, administrarse por vía i.v. o fumarse. Ell metilfenidato, se utilizan como medicamentos en el tratamiento del trastorno de déficit de atención e hiperactividad. La efedrina y la seudoefedrina pueden formar parte de descongestionantes nasales. También se usan derivados anfetamínicos como anorexígenos.
La droga de diseño más utilizada y popular en España es el MDMA (éxtasis). Estas sustancias estimulan el SNC, por aumento de la liberación de catecolaminas o bloqueo de su reincorporación para dar lugar a un síndrome simpaticomimético. Algunas pueden aumentar la liberación de serotonina o bloquear su reincorporación y, en ciertos casos, pueden afectar a receptores dopaminérgicos. Los efectos buscados por el usuario aparecen en unos minutos y duran 1-2 h. Consisten en estado de vigilia, locuacidad, aumento de la lucidez, mejoría pasajera de la retención de ideas, euforia, disminución de la sensación de sueño, hambre y fatiga, y efectos entactógenos (facilidad de acercamiento a los demás). Los cuadros agudos no siempre dependen de la dosis. Pueden ser de tipo psiquiátrico, como ansiedad, agitación, alucinaciones, crisis de pánico y psicosis tóxica. Pueden producir manifestaciones cardiovasculares en forma de taquicardia, hipertensión, síndrome coronario agudo y arritmias. Se han descrito trastornos de la temperatura y el equilibrio hidroelectrolítico, sudoración intensa, hiponatremia, hipertermia, taquipnea y rabdomiólisis. En el SNC pueden producir midriasis, bruxismo, temblor, fasciculaciones, rigidez, convulsiones, hemorragia y edema cerebral, secreción inadecuada de hormona antidiurética, vasculitis y coma. Excepcionalmente se han descrito hepatitis tóxicas. Su empleo crónico se ha asociado a fatiga, hipersomnia, pérdida de peso, psicosis paranoica, depresión, cardiomiopatía, hipertensión pulmonar y enfermedad valvular cardíaca.
Se aplicarán las medidas generales de soporte, y se monitorizarán las constantes vitales y el ECG si se precisa. La descontaminación digestiva casi nunca se emplea (salvo en intentos de suicidio con múltiples comprimidos). La sedación con diazepam o midazolam i.v. es la base del tratamiento. Se evitarán los neurolépticos en la medida de lo posible (riesgo de hipertermia). Es importante mantener una buena hidratación del paciente, y tratar los cuadros extrapiramidales con biperideno y el resto de manifestaciones de forma análoga a la sobredosis de cocaína.
Dedico esta entrada a mis alumnos de León y Ponferrada. Gracias por vuestra acogida. No dejéis de perseverar, ahí está la clave.
“Todos tenemos sueños. Pero para convertir los sueños en realidad, se necesita una gran cantidad de determinación, dedicación, autodisciplina y esfuerzo.”
Jesse Owens, atleta estadounidense.
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